Después de unos meses con la distancia social como protagonista de nuestras vidas, ahora toca reflexionar sobre lo bueno y lo malo que ha traído esta situación. Aunque ya lo sabíamos, la cuarentena ha demostrado que muchos trabajos no necesitan de una oficina común, sino que pueden hacerse desde casa, lo que sobre todo ayuda a evitar el tiempo que empleamos en movernos de un lugar a otro. Sin embargo, también nos ha recordado que hay actividades que necesitan ser presenciales, y que se han visto muy afectadas por esta situación, como por ejemplo la educación.

La educación es una de las primeras actividades que se vio obligada a cerrar sus puertas debido a la COVID-19. Así como en otros ámbitos se ha visto que el teletrabajo es el futuro, en el ámbito de la educación no está tan claro. Bien es verdad que los universitarios han tenido más facilidad para continuar con el curso a pesar de la distancia, sin embargo, y especialmente en ciertas carreras cuyo grado de experimentalidad y prácticas es altamente significativo (medicina, enfermería, fisioterapia, etc.) la presencialidad parece esencial.

A pesar de que la educación se ha adaptado a esta situación, hay muchos aspectos que se han perdido, sobre todo en el caso de los más pequeños. Los profesores han buscado todas las fórmulas y herramientas posibles para seguir con sus clases, pero hay ámbitos experienciales que el “colegio a distancia” no ha permitido cubrir.

En las edades más tempranas se adquieren destrezas básicas como la lectura, la escritura o el cálculo que se pueden adaptar al “colegio a distancia”, pero también se ensayan habilidades, comportamientos, valores sociales, que la distancia dificulta. Por ello, la educación junto a otros niños, y la socialización es esencial.

El teletrabajo parece no ser compatible al 100% con la educación desde casa. Una de las habilidades más importantes que se adquiere durante los primeros años de vida y, sobre todo, en el colegio, es la de sociabilizar. La habilidad de convivir con más gente, de comunicarse, de negociar… El aprendizaje de valores sociales básicos, como la paciencia, el compartir, el trabajo en equipo, ayudar al prójimo, se da a través de los juegos en las aulas o en el patio del colegio. Son valores que no se pueden adquirir mediante la educación a distancia, y es todavía más difícil en los casos de los hijos únicos.

En el aula los niños están más motivados a aprender y a trabajar. Uno de los principales factores son las rutinas y la organización de la jornada. Los niños tienen un horario y siguen unas pautas en el colegio que les ayudan a mantener el ritmo de trabajo, y a saber qué hacer en cada momento. Otro factor principal es la sana competitividad entre los alumnos, que impulsa a los niños a dar lo mejor de ellos, y también a desarrollar el valor de ayudar a los demás. Aunque estemos hablando de los más pequeños, este factor se puede aplicar a todos los niveles del sistema educativo, desde educación infantil hasta los universitarios.

Todavía no sabemos qué nos deparará el futuro, en qué consistirá la “nueva normalidad”, ni si en algún momento, cuando se encuentre una verdadera solución para el virus, conseguiremos que todo vuelva a ser como antes. Después de estos meses, hay sectores que se han dado cuenta de que el teletrabajo es la solución. Sin embargo, este distanciamiento social parece indicar que la educación está fuertemente ligada a la sociedad y a la sociabilidad, y si es verdad que vamos a tener que adaptarnos a una nueva normalidad, habrá que buscar también una forma de adaptar la educación.

Educación superior

Muchos de los interrogantes que ha generado la COVID-19 sobre el futuro de la educación superior se plantearon en el Foro de Inspiración sobre Educación Superior de ESIC Business & Marketing School, celebrado en colaboración con Thinking Heads. Los expertos, Enrique Benayas, director de Corporate Education de ESIC y director general de ICEMD -Instituto de Innovación de ESIC-; Franco Soldi, CEO y fundador de Young Potencial Development (YPD) y la productora de contenidos Next Stage; Andrés Payá, experto en Innovación Educativa y profesor titular de la Universidad de Valencia y Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación de la Fundación COTEC, se centraron en la presencialidad en la educación y las nuevas tecnologías. La COVID-19 ha hecho que el ámbito de la educación refuerce el uso de la tecnología para la enseñanza-aprendizaje, y que se actualice en su digitalización. Además, los expertos reconocen que la presencialidad sigue siendo esencial, si bien el porcentaje de clases presenciales habrán de reducirse necesariamente se van a convertir en un pequeño lujo. Además, recalcaron la importancia de la educación superior en la sociedad, así como la necesidad de contar con un profesorado preparado y bien remunerado.