Teorías hay muchas y cuando hablamos de liderazgo la oferta es amplia y variada. Atrás quedó ese tiempo en el que el líder era aquel capaz de guiar a un equipo con la vista puesta exclusivamente en los resultados y la viabilidad de la empresa.

Según un informe de Accenture de 2020, el 73 % de los consumidores dice que sus decisiones de compra están influenciadas por las palabras, valores y acciones de los líderes de las empresas y según New Paradigm Strategy Group & Fortune, el 80 % de los millennials quiere trabajar para empresas comprometidas. Dos datos entre muchos que nos muestran los dos elementos que ya está demandando la sociedad en empresas y líderes: compromiso e impacto positivo. Porque el concepto de líder ha evolucionado hasta ese perfil capaz de entender el impacto que genera la actividad de su compañía en su entorno. Por eso, este nuevo líder debe conocer qué es la teoría del triple impacto o triple balance (Triple Bottom Line en inglés), que bien podría llamarse teoría del triple impacto positivo, porque eso es, en definitiva, lo que persigue.

Descarga aquí nuestro informe «La reputación del CEO con propósito: el caso del IBEX 35».

 

Un liderazgo con impacto positivo

Esta teoría defiende una gestión empresarial basada en buscar la rentabilidad económica al tiempo que un impacto positivo en la sociedad y medioambiente. Es decir, crear un triple valor en línea con tres conceptos claros conocidos como las tres “p”, “People, Profit, Planet” (personas, beneficio y planeta). 

Esta teoría nace de una necesidad básica: somos seres sociales y como tales no vivimos de forma independiente, sino en comunidad. Aunque pueda parecer algo nuevo, no lo es, John Elkington desarrolló este concepto en su libro The Triple Bottom Line: Does it All Add Up (2004). Y, a pesar de haber pasado casi dos décadas desde entonces, no es algo que esté integrado en el liderazgo actual.

Pero ¿cómo tener en cuenta todo esto a la hora de liderar?

  • Medir, medir y medir. El ingeniero estadounidense Joseph Juran decía que lo que no se mide no se puede cambiar y esa es la base de un liderazgo que aporte un valor positivo. Las emociones e intuiciones son necesarias en el líder, pero es fundamental que todas sus decisiones estén alineadas con la realidad y para eso necesita estudiar y analizar la misma. ¿Mis acciones están llegando a dónde yo quiero? ¿Mis stakeholders están percibiendo todos los impactos de mi trabajo? ¿Estoy sabiendo comunicar el propósito de la compañía? ¿Cómo me perciben mi equipo y entorno? Todas estas preguntas son necesarias, pero se necesitan datos de los que extraer mejoras para establecer nuevas metas. Y estos datos se obtienen gracias a la medición de la reputación.

  • El valor de los intangibles. El líder actual debe llevarse bien con los elementos intangibles. Integrar la filosofía y cultura de la empresa, crear y fortalecer el equipo en base a una buena gobernanza, ser empático y escuchar a cada miembro del equipo, asumir las dimensiones ESG (Environmental, Social and Governance) cuando se trata de innovar o aportar nuevas ideas, ser transparente a la hora de comunicar problemas y decisiones… Estamos en la era de los intangibles.

  • Un compromiso real. Impactar de forma positiva dentro y fuera de la empresa solo será posible si se adquiere un compromiso real. Una empresa puede tener definido su propósito, pero si no cuenta con líderes comprometidos que lo asuman y lo implementen en el día a día, habrá definido un papel mojado. De hecho, son los líderes los que realmente marcan la diferencia a la hora de implementar o no el propósito de la compañía e impactar en su reputación y viceversa. Según el informe de Thinking Heads, La reputación del CEO con propósito: el caso del IBEX 35, el compromiso del líder con el propósito corporativo puede aumentar un 28,4 % su propia reputación.

El modelo “Líderes con Propósito” que llevamos a cabo en Thinking Heads y nuestra promoción del liderazgo de impacto positivo persiguen justamente todo esto, ya que el liderazgo reputacional actual depende en gran medida de la habilidad que tenga su líder de generar un impacto positivo a tres bandas, económica, social y medioambiental. Es hora de liderar con la vista puesta en todo lo que trasciende a nuestro propio beneficio.

 

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