En los últimos años hemos asistido a cambios muy rápidos propiciados por la tecnología. Modificaciones en nuestro entorno a las que no siempre nos hemos podido adaptar. Se hablaba mucho de liderazgo y de cómo orientar a las personas a ir al mismo ritmo que la rápida evolución que estábamos presenciando. Pero las velocidades seguían siendo distintas.

La pandemia del coronavirus no ha hecho sino acelerar todo este proceso de volatilidad ante una situación adversa. Si bien es sabido que las épocas de crisis han supuesto un cambio de paradigma en la manera que tenemos de vivir porque han surgido nuevas oportunidades, esta ha supuesto un enorme reto para la economía y la sociedad.  

El confinamiento, como ya se sabe, ha obligado a cerrar temporal o definitivamente las puertas de muchos negocios y, en consecuencia, a dejar la economía muy debilitada. Sin apenas actividad, las empresas han tenido que, no solo transformarse a una velocidad récord para seguir obteniendo beneficios –el objetivo fundamental de una empresa–, sino también para ponerse al servicio de la sociedad, que debería ser el fin último. 

Las empresas sin las personas no son nada. En primer lugar porque sin ellas, de momento, no podrían producir. En segundo lugar, porque son estas, a la vez, quienes demandan lo producido. Y sin voluntad de adquirir los productos o servicios, un negocio queda despojado de su valía. Por lo tanto, solo los empresarios que han mantenido la esencia de su organización y que han sabido responder a las necesidades del conjunto de la población, han ejercido un liderazgo como tal

Ser un líder implica haber desarrollado ideas novedosas o disruptivas que se establecen y posteriormente se aplican, en donde tiene que haber una línea argumental. Si no existe una coherencia entre estas tres cosas (ideas, aplicación, propósito), ni se podrán dirigir a los equipos que forman una empresa ni se satisfarán las necesidades de las personas y, en consecuencia, no se establecerá un liderazgo sólido. La clave de la dirección y la gestión en los tiempos que corren es crear confianza en la sociedad y esta solo se consigue mediante la congruencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. 

La confianza se postula como el eslabón que une la sociedad, las empresas y los mercados. Si se rompe uno de estos elementos de unión, la fórmula armónica que se había creado, desaparece. Pero no es un aspecto fácil de lograr. La confianza es un concepto tan volátil como los cambios en nuestro entorno y conseguirla y, sobre todo, mantenerla, depende de la anticipación a las demandas de la población y de la visión estratégica. 

El confinamiento ha sido un escenario atípico para la tarea de tejer confianza y, por tanto, consolidar el liderazgo empresarial. Telefónica, Mercadona o Inditex encarnan el éxito de este planteamiento porque han mantenido la coherencia entre lo que siempre han defendido y lo que han hecho y, además, han cuidado de su activo más valioso, es decir, sus empleados y han realizado acciones que han contribuido al bienestar de la sociedad. A su vez, esto les ha hecho ganar credibilidad hacia las personas, respecto a la actividad que llevan a cabo estos negocios. En definitiva, un claro ejemplo de confianza en los tres niveles. Sin embargo estos casos han sido muy sonados por su ya habitual repercusión mediática positiva y el tamaño de su organización, así que, ¿por qué no centrarnos en otros?

El sector del refino, que en los últimos años ha estado en el foco del debate sobre las emisiones de CO2, ha desempeñado una labor destacable en esta crisis. Si en los últimos tiempos venían planteando estrategias para modernizar y reducir la intensidad de emisiones de sus procesos y productos, en esta crisis han seguido  garantizando el suministro de combustible para el transporte, a pesar de la difícil situación que suponía, y los derivados del petróleo para la industria petroquímica.

Durante el confinamiento, las refinerías y estaciones de servicio estuvieron activas y en funcionamiento para permitir la movilidad de los bienes y personas esenciales cuando las ventas de combustible habían caído estrepitosamente. Además de garantizar este suministro, realizaron  distintas acciones solidarias, ayudando a Cruz Roja, movilizando su capacidad industrial para fabricar geles hidroalcohólicos, facilitando sus instalaciones para el aseo de los transportistas e invirtiendo en tecnología para desarrollar una vacuna, entre otras cosas. 

Creo que es relevante destacar su labor, ya que es un sector que se está adaptando a los tiempos cambiantes, centrándose en mejorar su forma de trabajar y focalizándose en mantener el empleo, así como el crecimiento y progreso de la sociedad. Asimismo, han conseguido mostrar al resto de las personas que no pertenecen a esta industria, su papel esencial y estratégico, y su compromiso social y medioambiental. 

A ello ha contribuido la labor de la patronal que agrupa a los operadores de productos petrolíferos en España, que viene haciendo un intenso esfuerzo en defender los planes del sector para su descarbonización, y se ha volcado especialmente en la comunicación en esta crisis, para poner en valor, por ejemplo en redes sociales, las acciones que sus asociadas han ido llevando a cabo  durante la crisis. 

Otro sector que me gustaría mencionar es el bancario. Un sector que ha tenido que afrontar dificultades reputacionales, pero que ha sabido demostrar en esta crisis su papel estratégico para la sociedad. No me refiero solo al esfuerzo que ha realizado para el mantenimiento del empleo en el sector. Rechazando los ERTE, manteniendo los empleos de las plantillas, aspecto que supone un logro teniendo en cuenta las casi 4 millones de personas en esta situación al finalizar abril. Los directivos se bajaron los sueldos para hacer esta situación posible y se optó por flexibilizar las medidas laborales gracias al teletrabajo. 

Es importante destacar también que las entidades financieras se han encargado de conceder créditos a las empresas que vieron su actividad afectada y a las familias que se quedaron sin ingresos por el virus. Y no solo eso, también han contribuido a la construcción de hospitales y a la donación de material sanitario. 

Las acciones que están llevando a cabo tienden un puente entre la sociedad y el mercado, gracias, no únicamente a lo mencionado previamente, sino a la comunicación transparente que están haciendo sobre su función y gestión. Todas estas actividades, si no fueran comunicadas, no causarían el impacto que la sociedad y la economía necesitan para establecer una relación de confianza.