Me han preguntado muchas veces qué sentí cuando hice cumbre en el Everest; y yo respondo que sentí satisfacción por el objetivo conseguido, y responsabilidad por todo lo que tenía debajo de mis pies. Estar en el punto más alto de la Tierra potenció mi conciencia ambiental, y me llevó a tomar el compromiso firme de no liderar nunca más proyectos que perjudicasen aquel planeta al que pertenecía.

Hay días mundiales de muchísimas causas importantísimas, pero solo hay uno que las una todas: el “Día Mundial de la Naturaleza”, pues sirve para recordarnos que es “nuestro” día, el de todos y todas, tanto animales humanos o no humanos, como plantas, paisajes y ecosistemas en general.

La especie humana puede sentirse orgullosa de muchas cosas, pero también debe reconocer graves errores y aprender de ellos para entender que, junto a muchísimas ventajas, el desarrollo también nos ha provocado una visión del mundo que se va alejando paulatinamente de la naturaleza, a la que vemos simplemente como una fuente de recursos para ser utilizados, o como un escenario para ser disfrutado y consumido.

No se trata de ecologismo, sino de humanismo. Deberíamos amar y cuidar a la naturaleza por amor hacia todo lo que nos rodea, por responsabilidad hacia toda la biodiversidad y, sobre todo, por puro egoísmo humano. Somos naturaleza por definición, por pertenencia y por interés. Somos el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos y el entorno en el que vivimos. Nuestra salud física y psíquica depende del buen equilibrio que tengamos con el resto del entorno natural.

Es triste necesitar un “Día Mundial de la Naturaleza” para recordarnos este hecho tan trascendental, pero al menos sirve para hablar y pensar más sobre el tema. Creo que si nos damos un poquitín de tiempo para reflexionar (y las grandes causas merecen este tiempo), la gran mayoría estaremos de acuerdo en este razonamiento. Quiero creer que una enorme mayoría de los ciudadanos es consciente de que debemos entender y respetar más la naturaleza. Pero si queremos salvar el mundo, esto es, la naturaleza, no lo conseguiremos con la consciencia, sino con la acción (acción consciente, por supuesto). Por ello debemos ser unos radicales de la acción positiva y respetuosa con el entorno natural.

Me consideran un buen conferenciante, formador y divulgador sobre liderazgo, gestión del cambio, trabajo de equipo y motivación. Me encanta este trabajo y poder compartir experiencias, reflexiones y conceptos potentes que inspiren y provoquen mejoras en la actitud de las personas. Pero no tendría sentido si todo ello se enfocase solo a gestionar mejor su ego, o conseguir mejores beneficios para ellas y sus organizaciones, sin que la actitud estuviese en línea con este respeto y compromiso hacia el medioambiente en general y hacia la sociedad en concreto. Cuidar la naturaleza es la primera y mayor acción social posible.

Todas las personas tomamos muchas decisiones y lideramos muchas acciones. Y si el mundo se salva con la acción, cada uno de nosotros somos los responsables de hacerlo. La única vía aceptable es avanzar hacia un liderazgo sostenible, que parta de esta responsabilidad integral e inteligente; que persiga con ambición y eficiencia los propios resultados, pero siempre en equilibrio con el impacto en la sociedad y el medioambiente. Lo contrario es inaceptable, porque es “IN-Sostenible”.

La naturaleza os llama, y nos pide respeto, pero pocas veces la escuchamos, y muchas menos actuamos. Ya casi todos tenemos claro que se nos presentan enormes retos ambientales, y si pretendemos ser líderes de verdad de nuestros proyectos personales y profesionales, no podemos esquivar la responsabilidad. No es la generación de Greta Thunberg la que deberá salvar el planeta, sino que somos nosotros ahora, la generación de líderes actuales que estamos y estaremos todavía bastante tiempo en posiciones de decidir y actuar. Es la década y somos la generación. Si queremos transformar nuestro desarrollo con un enfoque más sostenible, primero debemos transformarnos nosotros y actuar en coherencia en nuestro día a día.

Este “Día Mundial” no es para pasarnos cuatro fotos bonitas de lugares inspiradores, sino para comprometernos y activarnos por el bien de la naturaleza, o sea, por nuestro bien.

 

Por Albert Bosch. Aventurero, emprendedor y conferenciante del Catálogo Top 100 Conferenciantes España (2019 y 2020)