No pocas veces el deporte se ha considerado un entretenimiento simplón o de segunda categoría. Desde luego, muy por detrás de los culturales o artísticos, al menos a nivel intelectual.

En la simplificación tradicional, este interés centrado en el culto al cuerpo y el juego por el juego no podía compararse con las ricas y profundas manifestaciones humanistas, que eran las que tenían el poder de trastocar el alma.

Pero el deporte está lejos de ser un entretenimiento vacuo, superficial y alejado de los grandes temas de la humanidad. A lo largo de esta pieza intentaré resumir su aportación a la sociedad y el poder que tienen los líderes que el deporte crea, y terminaré comentando algunas ideas que los líderes de otros ámbitos pueden tomar de los líderes deportivos.

Deporte y economía

En Thinking Heads realizamos tareas de asesoría de posicionamiento y consultoría estratégica de comunicación para deportistas de élite. Hace unos meses tuvimos que enfrentarnos a una pregunta que, con bastante sentido, afloró en las redes sociales: «¿Por qué se está vacunando a deportistas cuando hay otras personas que aún no han recibido su dosis?» Es esta una cuestión que se presta al debate. Por supuesto, la situación ideal sería que todas las personas se inmunizaran cuanto antes y que no hubiera que priorizar unos grupos por delante de otros. El motivo por lo que algunos deportistas fueron vacunados fue que forman parte de un potentísimo entramado económico, y que de su actividad y de sus viajes al extranjero dependía una industria gigantesca.

La razón de que no vacunaran a otros profesionales que también tenían que viajar por sus respectivos trabajos es una cuestión de gran interés que corresponde a otro foro o a otros expertos.

Lo que es cierto es que el deporte aporta un 3,3 % del PIB en nuestro país y de él dependen más de 400.000 puestos de trabajo, según PwC y la Fundación España Activa. Este artículo de Cinco días destaca su poder multiplicador en la economía española: por cada euro que se genera en el sector, se genera un euro y medio en industrias colindantes (medios de comunicación, turismo y comercio…)

Solo por esto ya debería ganarse el respeto de los más escépticos (aunque todavía queda mucho por avanzar en cuanto a diversidad en el deporte y en su exposición pública), pero tenemos más motivos y, sobre todo, motivos mejores para defender su importancia en la sociedad.

Deporte y sociedad

Según la carta olímpica, el olimpismo es una filosofía de vida que «une las cualidades del cuerpo, la voluntad y la mente. Une el deporte con la cultura y la educación para crear un modo de vida basado en el esfuerzo, los valores, la responsabilidad social y el respeto por los principios éticos».  Su objetivo es poner el deporte al servicio del desarrollo humano.

Cuando se pone en marcha un proyecto deportivo de cualquier índole, especialmente si está ligado con la educación y la formación —pero no solo en esos casos—, este no puede contemplar solo la faceta competitiva y la rentabilidad. Es inseparable de un puñado de valores. Estos valores son el esfuerzo, la honestidad, la transparencia, el juego limpio, el respeto al rival y a las normas, la humildad, la igualdad, el trabajo en equipo, la constancia y la disciplina, la superación, la justicia…

Todos estos valores implícitos en la filosofía deportiva son deseables en el ámbito académico, profesional y social. Por eso muchos niños dan sus primeros pasos en sociedad a través del deporte, por eso numerosas entidades del tercer sector apuestan por el deporte para conseguir objetivos de integración, por eso las empresas se inclinan por disciplinas deportivas en sus encuentros de team building y por eso cada vez más personas encuentran en la práctica deportiva, aunque sea amateur, una forma de equilibrar el resto de facetas de su vida.

Los líderes que nos regala el deporte

Los deportistas profesionales que alcanzan la élite de sus respectivos deportes adquieren de forma anexa una gran responsabilidad: la de ser ejemplo para muchas personas, especialmente para niños y jóvenes. Sus seguidores no solo los admiran por sus gestas deportivas, sino sobre todo por las personas que han visto a través de la pantalla o en los estadios. Los han visto sufrir, sobreponerse a las adversidades, alcanzar sus metas, encontrar soluciones creativas a los problemas, tener un gesto de compañerismo con un compañero o incluso con un rival. Todas esas acciones, unidas a la emoción que nos provocan sus éxitos deportivos, son las que van creando lazos entre los líderes deportivos y sus seguidores. Los atletas de élite son espejos, referentes de cómo nos gustaría actuar en el trabajo o en la vida personal: con qué entereza, con qué humildad y con qué satisfactorios resultados.

Los líderes relacionados con el deporte tienen, pues, una plataforma de lujo a través de la cual dirigirse a la ciudadanía. Tienen toda su atención y todo su cariño debido a su profesión, y la oportunidad única de maximizar el impacto social que provocan y canalizarlo hacia causas que enriquezcan la sociedad.

Desde hace ya varios años, la cancha ya no es su único punto de contacto con la gente: su presencia mediática y sobre todo las redes sociales les han dado muchos más formatos y canales para expresarse. Como voces destacadas de la sociedad, se les exige un posicionamiento ante los temas de actualidad. Tan relevante se ha tornado la voz de los atletas que el COI ha publicado recientemente una modificación de su norma relativa a la libertad de expresión, la 50.2, en la que regula los momentos de expresión pública de los atletas en los Juegos, así como su contenido, con la intención de asegurar la independencia de la competición y el respeto a todas las personas.

Algunos ejemplos recientes de la gran repercusión que pueden llegar a tener unas pocas palabras pronunciadas por un referente deportivo son, por ejemplo, el rechazo de Cristiano Ronaldo a la Coca-Cola en una rueda de prensa de la Eurocopa 2021, que se tradujo en grandes pérdidas económicas para la marca, o la negativa de la tenista Naomi Osaka a atender a los medios en Roland Garros, que trajo consigo un gran debate sobre el respeto a la salud mental de los deportistas y posteriormente la renuncia de la número dos del mundo a seguir participando en la cita.

Los líderes deportivos, debido al gran altavoz que les otorga su posición, son defensores idóneos de las causas más variadas, siempre que estas estén alineadas con su filosofía y valores. Son llamados a ser embajadores de las marcas de sus respectivos países, a unirse a campañas solidarias (o a iniciarlas), a alzarse contra las injusticias o a favor de los más necesitados.

El año pasado, durante la pandemia, vimos un claro ejemplo de su carisma en el llamamiento que hicieron Rafa Nadal y Pau Gasol a través de su campaña #nuestramejorvictoria, a la que se unieron numerosos deportistas, medios de comunicación y otros profesionales, y que consiguió recaudar más de 14 millones de euros para la lucha contra el coronavirus

Otros ejemplos de deportistas que utilizan de forma ejemplar su posición privilegiada son Ricky Rubio, que se dirige a través de su fundación a niños sin recursos o con discapacidades, Simone Biles, que se ha involucrado en campañas contra los abusos a menores como la de FightChildAbuse.org o Megan Rapinoe, la capitana de la selección de EE. UU. de fútbol, que en 2019 dio un inspirador discurso en el que hacía peticiones sociales y políticas a sus conciudadanos. Históricamente tenemos el ejemplo de la lucha contra el racismo de Muhammad Ali (y más recientemente LeBron James) o el de la tenista Billie Jean King y su compromiso con los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI.

Cualidades de los líderes deportivos deseables en los líderes empresariales

Los líderes empresariales pueden obtener muchas ideas de la observación de los líderes deportivos. 

Una vez obtenida la posición de poder, su actuación se puede asemejar más a la de estos líderes que la sociedad ha encumbrado sin reparo. Sí, ellos también pueden ser «un Federer» o «un Phelps» en sus respectivos ámbitos. Y el hecho de que el líder gane en apoyo y reputación tiene beneficios directos para la empresa. Según el estudio de Thinking Heads La reputación del CEO con propósito: el caso del IBEX 35, cuando la sociedad percibe que el líder de una empresa está comprometido con el propósito de la compañía, esta mejora su reputación un 28,4 % de media.

¿Y qué pueden hacer los mandatarios para ser mejores líderes para sus respectivas empresas, qué pueden aprender de los líderes deportivos para conseguir esa mejora en su reputación corporativa?

Por ejemplo, pueden tener muy presentes los valores olímpicos y del deporte en general. En cada una de sus decisiones o cuando se encuentran definiendo el propósito corporativo de su empresa, pueden elegir no faltar nunca a esos principios de integridad, honestidad y respeto hacia los demás.

Pueden promover en sus equipos la deportividad, relegando a un segundo plano las prácticas relacionadas con la competencia insana y propiciando las que se dirijan a una ambición respetuosa.

Pueden instaurar en sus empresas una mentalidad centrada en la consecución de objetivos, que premie la constancia y la disciplina, como en los mejores equipos deportivos.

Pueden comunicar de forma inspiradora y carismática, eligiendo buenos ejemplos y metáforas e inspirando a su equipo.

Todos los líderes pueden elegir qué tipo de líder quieren ser. Por supuesto, su elección no se materializará de la noche a la mañana: es necesario entrenar, ser constantes en esa intención y mostrar una consistencia entre ese hito que se quiere lograr y la dedicación y el esfuerzo invertidos en su consecución.