En un momento en el que menos de la mitad de los ciudadanos de los países OCDE confían en su gobierno, muchos miran al sector privado para suplir esta falta de confianza. Aquí es donde las empresas juegan un papel fundamental y por extensión, sus máximos representantes.

Recientemente Edelman ha publicado su barómetro anual de confianza, con especial foco en la que concierne a los CEO. Este barómetro los señala y hace hincapié en su iniciativa para generar cambios cuando éstos no se producen desde el ámbito institucional.

El 76% de las personas considera que son los CEO quienes ostentan esta responsabilidad de llevar a cabo propuestas que generen cambios positivos para la sociedad, como salarios igualitarios, formación en skills para el futuro o protección del medio ambiente.

Para llevar a cabo estas iniciativas y generar confianza en el líder empresarial, muchos consideran imprescindible la espontaneidad como cualidad. Pronunciarse públicamente de forma natural supone un aumento de la confianza que el público deposita en el líder. Un líder con un estilo comunicativo fresco y alejado de un encorsetamiento más formal provoca una mayor cercanía que se traduce en seguidores más interesados.

Asimismo, este líder que va a guiar a la sociedad debe también poner especial énfasis en pro de un mayor equilibrio de la vida profesional y personal y convertirla en una prioridad. Se deduce, por tanto, que los reclamos habituales del empleado (flexibilidad horaria, formación, trabajo a distancia) se encarnan a la perfección en este CEO que va un paso por delante.

El CEO debe también representar los valores de su organización, y este precisamente es uno de los elementos que los empleados consideran clave antes de empezar a formar parte de ella. Opinar sobre temas políticos o de ámbito social de manera pública puede resultar muy persuasivo para potenciales empleados a la hora de decidir sobre un posible lugar de trabajo. Percibir que el líder de una empresa otorga importancia a aquellos temas que preocupan al empleado como individuo, llevan a este último a una mayor identificación con la empresa, en la que depositará mayor compromiso. También, de cara al ámbito externo, aportar una visión personal sobre cuestiones a priori controvertidas es una valiente estrategia que puede resultar en un caso de éxito de reputación.

En esta misma línea, transmitir valores personales es también un factor relevante. Conocer datos del ámbito personal del CEO le humaniza y le otorga un contexto de cercanía que permite que su mensaje llegue exitosamente y con mayor facilidad. Este tipo de comunicación más personal debe ir acompañada también por el lenguaje, que ha de percibirse como el que podría utilizar otra persona.

La confianza en el CEO es a día de hoy mayor que la generada por políticos o medios de comunicación.

¿Qué opina el propio CEO?

Una vez clara la postura de trabajadores y público, ¿cuál es la visión del propio CEO? ¿Cómo ve su propio liderazgo? Según el Global CEO Outlook (KPMG) del año 2018, en el que participaron más de 1300 consejeros delegados de España, la mayoría de ellos consideran la agilidad como una cualidad crítica. Actuar con agilidad frente al tsunami tecnológico y el fenómeno disruptivo se considera de vital importancia, una situación que se presenta en forma de dicotomía: moverse o desaparecer. Liderar la transformación digital es un reto para las organizaciones, un reto para el que muchos CEO se sienten preparados –la mayoría–, dato sin duda positivo.

En línea con las cualidades más deseadas en un líder, merece la pena destacar cómo más de la tercera parte de los CEO españoles considera una necesidad reposicionar su marca para atraer a los millennials. Es de sobra conocido que esta generación valora en gran medida una misión, propósito y valores alineados a los de su empresa. Todo apunta a que trabajar en esta línea favorecerá una mayor atracción y retención del talento millennial.

Ante todas estas características, es lógico cuestionarse si el CEO ideal sería el resultado de una combinación de todas ellas: las que, como alto directivo, considera necesarias para el buen funcionamiento de su organización, y aquellas que otros esperan de él o ella.

Todas estas características son de gran utilidad a la hora de comprender las expectativas respecto al comportamiento y liderazgo del CEO. Esto puede repercutir no sólo de forma positiva en el seno de la empresa, favoreciendo el compromiso y la fidelidad, sino también de cara al exterior en forma de reputación. En la línea de encarnar los valores de la empresa, avanzar en estos campos repercute en esa confianza que todo líder debe inspirar.